En lo alto de la colina en la que se asentó en 1181 la primitiva localidad de Gasteiz, que dio origen a la actual ciudad, se alza la catedral de Santa María de Vitoria. Se trata de una peculiar construcción gótica del siglo XII, aunque nada tiene que ver con otros templos religiosos distinguidos, tanto por verse envuelto en un conjunto de construcciones de diversas épocas que camuflan su verdadero tamaño, como por la complicada historia de estilos arquitectónicos y reconstrucciones que la caracterizan.
El edificio ha padecido defectos estructurales desde su nacimiento. A mediados del siglo XVII se llevó a cabo una gran labor de restauración, liberando de carga las bóvedas y renovando la cubierta de carpintería. Pero estos esfuerzos no fueron suficientes para sacar de la ruina a la catedral. Así pasaron los años mientras el edificio agonizaba. En el año 1994 fue cerrada al público. Finalmente le había llegado el momento para mostrar todo su potencial.
Desde su cierre al culto hasta completar su los trabajos en 2012 la catedral ha sufrido una gran renovación para solventar todas las deficiencias históricas y proporcionar una estructura y unos cimientos sólidos que garanticen la pervivencia futura del conjunto.
Se estableció un programa de visitas a las obras de reconstrucción, mostrando a los visitantes las entrañas del imponente santuario mientras este era restaurado. Esta peculiaridad atrajo a más de 350mil personas en cinco años, incluidas grandes personalidades y célebres escritores, como José Saramago, Paulo Coelho, Arturo Pérez Reverte, Mario Vargas llosa y Alejandro Jodorowsky, que quedaron fascinados por la cara oculta del templo vitoriano.
De todos ellos, ninguno con la trascendencia de Ken Follet, que basó la segunda parte de su exitosa novela Los Pilares de la Tierra en los problemas constructivos que sufrió la catedral vitoriana.
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